Soy más feliz y estoy menos estresada desde que escucho a mi cuerpo

Si quieres más felicidad y menos estrés prueba la Terapia Corporal Emocional

Por qué cobro por mis servicios y productos

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Me ha pasado más de una vez (y de 2, y de 3) que he recibido un email con un mensaje parecido a “creía que esto era sin ánimo de lucro” o “vaya timo, no es gratuito.”

Me da un poco de rabia leer algo así. Por eso, estoy escribiendo este artículo. Así, me desahogo; y de paso, cuando reciba el próximo mensaje de este tipo, tendré un link al que redireccionar a esa persona.

A mi entender, para alguien que no está dentro de una profesión online como la mía, puede resultar confuso el hecho de que haya productos gratuitos como este y otros de pago como este otro.

¿Por qué hay cosas sin coste y otras a las que no puedes acceder sin pagar su importe correspondiente?

Porque, si quiero ayudar a muchas personas a descubrir la raíz emocional de sus dolores físicos, necesito que tú, que estás al otro lado, sepas cómo y por qué tus emociones se manifiestan en el cuerpo.

Para que lo vivas en tus carnes, te regalo parte de mi conocimiento.

Lo hago con gusto y disfrute. De hecho, incluso si nunca piensas comprar nada en esta web, puedes seguir aprendiendo con los contenidos gratuitos.

Aclaración: que sea gratuito no implica que sea de baja calidad. He recibido emails de personas que, con este tipo de audios o videos, han conseguido solucionar sus dolores. Este tipo de mensajes me dan una alegría inmensa.

Sin embargo, ofrecer todo mi conocimiento de forma gratuita es insostenible y te dire el porqué.

Aunque no lo parezca, detrás de todo este tinglado hay mogollón de trabajo. Estas son algunas de las tareas que cumplo regularmente:

  1. Escribir artículos para el blog (necesito una media de 2-3 horas para cada uno).
  2. Preparar clases gratuitas (si implican un video, no baja de las 6 horas entre una cosa y otra).
  3. Responder TODOS los emails y whatsapps que recibo de forma personalizada. Pueden llegar a ser cientos.
  4. Escribir las newsletters semanales y todos los emails que recibes por mi parte.
  5. Mantener más o menos al día las redes sociales (y esto está en mis planes mejorarlo).
  6. Gestionar el grupo privado de Facebook de Re-espáldate.
  7. Hacer sesiones de terapia (por 1 hora con el cliente, añádele 35 minutos extra para preparar y redactar el resumen de la sesión).
  8. Preparar cursos online de pago como Re-espáldate o Libérate del dolor. Innumerables semanas, horas y minutos para ello.
  9. Gestionar las facturas que emito y recibo.
  10. Reunirme con colaboradores y otros compañeros con los que crear alianzas.
  11. Aprender nuevas técnicas o programas constantemente para mejorar lo que tú recibes.
  12. Supervisar los casos complicados de terapia con una psicóloga; una práctica habitual en esta profesión.
  13. Hacer cambios en la web que considero necesarios (y, a día de hoy, está haciendo falta una buena revisión en este sentido).
  14. Podría seguir, pero creo que queda claro.

En resumen, detrás de lo que tú ves, hay mucho tiempo y energía invertidos. Un tiempo y energía que son limitados.

Por lo tanto, si tuviera que tener un trabajo por cuenta ajena que pagara la comida, la casa, la ropa y los caprichos que necesito, sería imposible que La escritora saliera adelante.

Podría existir, claro, pero la calidad y la cantidad de lo que ofrezco se verían drásticamente reducidas.

A todo esto, súmale que en España, cuando ofreces un servicio o producto de manera continuada, estás obligada a darte de alta como autónoma y pagar tus impuestos.

Por todo lo que te he contado hasta aquí, por todo ese tiempo y energía empleados, cobro por mis productos y servicios.

¡Ojo! No me estoy quejando del trabajo ni de todo lo que hago de forma gratuita. Solo estoy tratando de explicarte lo que no se ve.

Además, soy consciente de que tengo la gran suerte de dedicarme a una profesión que me apasiona. Así que sarna con gusto pica un poco menos.

Todo lo que he detallado hasta aquí son los argumentos racionales. Pero también están los emocionales. Son los más difíciles, creéme.

Me ha costado años comprender que mi trabajo tiene valor. He visto vidas que han cambiado y personas transformadas.

Pero no solo se trata del valor que ofrezco a los demás; sino que yo, como persona, merezco tener un buen nivel de vida.

Merezco tener los ingresos necesarios que me permitan vivir tranquilamente.

Merezco tener esa famosa libertad financiera de la que tanto se habla en mis círculos profesionales. Una libertad finaciera que venga acompañada de satisfacción, disfrute y serenidad en todos los aspectos de mi vida.

Este nivel de vida lo merezco igual que todo el mundo. No es que yo sea especial.

Dicho así, parece fácil entender esto del merecimiento. Pero es lo más difícil porque, a la mayoría, no nos han educado diciéndonos: eres una persona bondadosa y maravillosa, por lo que todos tus deseos pueden cumplirse.

Al contrario, nos han hecho creer que somos defectuosas; que solo “los malos” pueden ser ricos; que nunca conseguiremos nuestros sueños (y, por lo tanto, no tenemos que esforzarnos para alcanzarlos); y un largo etécetera que nos encierra en una vida y un trabajo que no queremos.

Y, oye, yo quiero que mis deseos se cumplan. Los merezco solo por haber llegado al mundo. Algunos de estos deseos, en la sociedad capitalista, cuestan dinero. Por eso, uso mis talentos para conseguir lo que quiero.

Al igual que yo, tú también mereces ver cumplidos tus sueños. No esperes que te toque la lotería o el genio de la lámpara te los conceda.

Ayuda a los demás con tus talentos, cobra por ello adecuadamente, trabaja tus bloqueos internos respecto a la abundancia y tus deseos se harán realidad.

No es suerte ni arte de magia. Es autoconocimiento y trabajo, tanto interno como externo.

Además, ¿sabes una cosa? El dinero no es malo. No es malo ser rica.

El dinero solo es una energía que puedes invertir para hacer el bien o el mal.

Con dinero, puedes comprar una pistola y matar a alguien. O puedes tener un yate y contaminar el mar con los residuos que genera.

Pero con dinero también puedes estudiar para ser libre y aumentar tu pensamiento crítico. O puedes plantar árboles. O puedes comprar productos ecológicos que respeten el planeta y a sus trabajadores.

El dinero no es el fin. Lo importante es lo que el dinero te ayuda a alcanzar. Yo escojo invertirlo en hacer todo el bien que pueda. Si tú estás aquí, estoy segura de que tú también tomas esa opción.

Por lo tanto, reclama y haz lo posible por conseguir el dinero que necesitas para hacer el bien. Si queremos un mundo mejor, el dinero tiene que estar en buenas manos.

Y, ya por último, hay un punto más que quiero tratar en toda esta cuestión acerca de por qué cobro por mis servicios. Es una cuestión por la que algunas personas también me han preguntado o se han quejado.

Cuando me refiero a las personas con las que trabajo, uso la palabra “clientes” en lugar de “pacientes.”

Por lo visto, hay quien considera que, ya que soy terapeuta, sería más adecuado usar la palabra “pacientes.” Pero yo no estoy de acuerdo.

Hay 2 motivos por los que no los nombro así:

  1. Para mí, “paciente” significa “que tiene una enfermedad”. Y no creo que mis clientes estén enfermos. En unas semanas, publicaré un texto en el que hablaré de este tema.
  2. La palabra cliente solo manifiesta que, entre nosotros, hay una relación comercial. Y eso no tiene nada de malo.

Yo uso un tiempo y energía para ayudarles a cambiar sus vidas. Ellos lo retribuyen con el dinero que han ganado con su tiempo y energía.

Por supuesto, el hecho de que exista una relación comercial entre nosotros no implica que vaya a aprovecharme de ello. Nunca alargaré el proceso terapéutico de una persona solo por ganar más dinero.

A eso se le llama falta de ética.

Para terminar este artículo, quiero hacer algo que he aprendido cuando me he empapado de abundancia: el agradecimiento.

Es tan importante desear un nivel de vida mejor como agradecer lo que ya tienes.

Gracias a la vida y a mí misma, yo tengo mucho por lo que dar las gracias.

En primer lugar, valoro tener un negocio y un empleo tan apasionantes como el mío.

En segundo lugar, agradezco a todos los clientes que, en algún momento, han pagado por mis servicios y productos. Sin ellos, La escritora de tu vida no sería posible. Sin ellos, yo estaría en un puesto de trabajo menos apasionante (a mi parecer).

También reconozco la contribución de la Vida, que me ha puesto por delante todo lo necesario para escribir este artículo y comprender en mi cuerpo que soy abundante.

No quiero olvidarme de la gran cantidad de personas que me han ayudado en todo este largo proceso de acercarme a la abundancia. Por miedo a olvidarme de alguien, no diré vuestros nombres. Estáis todos en mi corazón. Infinitas gracias y abrazos.

A mi familia porque, sin su participación e influencia, sería una persona diferente.

A Miguel y Bubbles por el amor, la serenidad, las risas, la confianza, la ternura, la seguridad, el hogar.

Me lo agradezco a mí misma. Por la determinación, la constancia, el trabajo fácil y el difícil, el superar los obstáculos. Por desear el estilo de vida que merezco.

Y a ti. Por estar leyendo esto, por llegar hasta el final del texto. Te abrazo allí donde estés.

¿Estás haciendo lo posible por conseguir la vida de tus sueños? ¿Qué piensas sobre el dinero? Cuéntame tus reflexiones en los comentarios.

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Sobre
La Autora

Aceptar y entender tus emociones es aceptarte y entenderte a ti misma.

Valora si este también es tu camino con 1 ejercicio de terapia corporal para conectar con tus sentimientos.

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4 comentarios en «Por qué cobro por mis servicios y productos»

  1. Hola!
    Muy buen artículo y buenas reflexiones. La relación que tenemos con el dinero, las creencias que hay allí escondidas son muchas veces un freno al crecimiento. Personalmente, creo que he sanado parte de esa relación aunque siempre hay mucho por mejorar, en ello estoy.

    Un abrazo

    Responder
  2. Hola Nuria, te hablo desde Colombia, Bogotá. Gracias por compartir tu experiencia y tus saberes con todos nosotros. Mi experiencia con el dinero fue muy difícil de niña. De manera frecuente hubo bajones económicos. Pero de adulta siempre me ha acompañado la gracia de tener trabajo y de que no me falte nada para vivir. Sin embargo, de unos años atrás hasta el día de hoy, me siento esclava del trabajo. Tengo dos, ambos en educación, solía gustarme mucho lo que hacía, pero actualmente me estoy sintiendo desanimada y agotada. Creo que trabajo por sobrevivir. Las personas a mi alrededor de forma frecuente me hacen comentarios sobre mis dos trabajos, con lo cual me ofenden por qué dicen que quiero ser millonaria y más cosas. Y la verdad es difícil para mí, aunque este último mes lo empecé a trabajar, ver el dinero como.un merecimiento y como algo bueno. A veces me siento mal por ganar bien. Pero lo que definitivamente me hace perder la paz es mi mal manejo del mismo. Tengo muchas deudas y no me alcanza. Quiero aprender a manejar bien mis recursos y disfruta de ellos sin culpa ni remordimientos, en compañía de mi familia.

    Responder
  3. El merecimiento es la palabra clave, merezco vivir bien, merezco que me paguen lo justo x mi trabajo y ellos merecen tener un servicio de calidad.

    Responder
  4. ¡Gran artículo! Justamente ando trabajando la abundancia, creo que te lo comenté en el último mail ^^ Y como resultado, mañana me voy a Suecia 4 días a reunirme con mi hermano. Cuando me lo propuso me saltó el “ay es mucha pasta, no sé si es buena idea etc…” y luego me di cuenta de mi automatismo. Así que ala, ¡me voy! Me apunto eso de los “merezco” que suelen olvidárseme por el camino 🙂
    Un abrazo 🙂

    Responder

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