Desde pequeña, me gusta ir descalza por casa.
Pero mi madre no estaba de acuerdo con esa costumbre, por lo que siempre me decía que me pusiera zapatillas. Con el paso de los años, acabó desistiendo y se acostumbró a mi hábito.
Sin embargo, cuando a ella la tuve enseñada, conocí a mi suegra. Todavía a día de hoy, tras 14 años de relación, me trae las zapatillas para que me las ponga.
Lo que mi madre y mi suegra no saben es que ir descalza es un gran ejercicio para los pies.
A nivel físico, los pies son una parte muy importante de nuestra anatomía. Son los que sostienen todo el peso de nuestro cuerpo. Son una parte tan importante que uno de los primeros ejercicios que grabé cuando inicié el blog estuvo dedicado a explorar los pies.
A nivel emocional, tener unos pies flexibles te ayuda a sentirte confiada en ti misma y en la vida.
Cuanto más consciente eres de tus pies, mayor sensación de apoyo tienes. Y ese apoyo físico se traspasa a lo emocional.
Sin embargo, muchas personas tienen los pies cargados de tensiones o, incluso, con el paso de los años, deformados.
Los grandes culpables de esto son los zapatos. Los zapatos de cualquier zapatería de barrio no respetan la anatomía de los pies. Los dedos quedan apretados, el talón queda levantado con respecto a los dedos, las suelas son demasiado rígidas y, por lo tanto, no dejan que las articulaciones de los pies se adapten al terreno. Así, tus pies sufren.
De hecho, si quieres unos zapatos para que tus pies tengan espacio suficiente y con suelas flexibles, probablemente, tendrás que comprarlos por Internet. Yo me compré mis botas de invierno en esta tienda.
Pero no es necesario que compres unos zapatos específicos.
Para cuidar tus pies, puedes empezar por estos ejercicios para los pies.
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