Cumplí 20 años en medio de una crisis económica y personal. Me quedaba un año para licenciarme en la carrera que había empezado con mucha ilusión, pero la estaba terminando con hastío.
En palabras de la Núria de 20 años: “No quería ser una puta del sistema.”
Cumplí 20 años con mucha angustia. Creía que, en la siguiente década, mi vida tendría que quedar definida. Tenía que forjarme un futuro laboral. Tenía que formar una familia con marido o mujer y criaturas.
No me sentía capaz de ello. Creía que 10 años eran muy pocos para metas tan altas. 10 años para encarrilar mi vida. 10 años para definir lo que no había aclarado.
La Núria de aquella época estaba medio deprimida. Se había creído el cuento de que había sido una desgraciada, que había sido una niña infeliz.
Había odio dentro de ella. Odiaba al hombre que había ejercido como padre, que no era el biológico, pero sí el que ella había designado como su papi. Ese rencor le quemaba por dentro.
Con 20 años, Núria se acostaba con cualquiera que le diera un poco de afecto.
Buscaba el amor propio que le faltaba en camas ajenas; aunque anhelaba alguien con quien compartir su cama que, entonces, era roja.
Aquella Núria también mantenía un blog, pero era muy distinto a este. Para empezar, escribía en catalán. Para terminar, los textos eran ficcionados y muy cortos.
Hace unas semanas cumplí 30. El fin de una década, para mí, exige una revisión. (Por algo soy conocida como la que hace las conclusiones entre mis amistades de la universidad).
No obstante, tengo que reconocer que estas “conclusiones” me han costado bastante. Lo curioso ha sido que, al final, mi curso Libérate del dolor me ha servido para encontrar las palabras necesarias.
Inicié el curso porque quería liberarme de un dolor de ciática que llevaba mucho tiempo persiguiéndome. Y, aunque había practicado todos los ejercicios del curso en algún momento, lo cierto es que no los había practicado en orden.
Así que me dije a mí misma: oye, ¿por qué no pruebas tu propia medicina?
Y a ello me puse.
No voy a describirte lo que ha pasado con el curso, porque no es mi intención describirte los beneficios que puede aportarte en tu vida.
Lo que hoy quiero contarte es el cambio que he dado en 10 años, que he asentado gracias a Libérate del dolor y la terapia que seguí hace unos meses (que di por concluida en junio).
Como te he contado, la Núria con 20 años también tenía un blog. Con su título, invitaba a buscar juntos el placer. Esa idea sigue gustándome.
De hecho, la búsqueda del gozo ha sido uno de los faros que ha iluminado mi trayectoria desde los 20 a los 30. No en vano, tras mi segundo proceso terapéutico, definí la felicidad como “disfrutar del viaje vital.”
Pero no puedes gozar cuando te has creído la historia de que eres una víctima.
Cuando crees que tu sufrimiento es el mayor del mundo y justifica todas tus mezquindades, no puedes permitirte reconocer todo lo bueno que la vida te ofrece.
Siendo una niña víctima, había conseguido el amor y el aprecio. Muchos profesores o adultos se compadecían de mí cuando sabían que mi padre había muerto. Y, consciente o inconscientemente, me regalaban su atención más que a los demás.
Por eso, me había quedado estancada en ese papel.
Por eso, me ha costado casi 30 años dejarlo caer.
Para abandonar mi rol de víctima, tuve que reconocer que había crecido en un campo de muerte. Creía que, para honrar a mi padre, tenía que morir como él.
Para mí, morir en vida significaba no disfrutar y quedarme quieta. Para ello, tenía que recrearme en el sufrimiento, que es lo que hacen las víctimas.
Cuando sentí en mis carnes la creencia que me había guiado siempre, pude cambiarla hacia otra más amable y consciente:
Disfruto de la vida para honrar el enlace amoroso que unió a mi padre y a mi madre.
Esa nueva idea me ha convertido en una persona diferente.
Simbolicé esa transformación con mi nombre.
Por un lado, he eliminado la tilde de Núria. Siempre he escrito mi nombre con tilde, porque en catalán es una palabra esdrújula.
Ahora lo escribo en castellano. Aunque no es mi lengua materna, es la que he escogido para ser escritora.
Por otro lado, he decidido dar protagonismo a mi apellido paterno; cambio que establecí cuando rediseñé la web en febrero.
Antes, siempre que me pedían el nombre, ponía Núria G. Carbonell. Ahora pongo Nuria Gallego Carbonell o Nuria Gallego.
Estos dos cambios, para mí, son algo muy importante. Desde que me inicié en el autoconocimiento (con veintipocos), he tenido tremendos problemas con mi nombre. De hecho, hubo una época en la que decidí crearme un alias para escribir: Mar Roig.
La Nuria de 30 años es una persona diferente porque ha abandonado su victimismo.
Ahora me permito disfrutar de la vida, pero no solo eso.
Al dejar de considerarme una marioneta, he aprendido a poner límites. Por fin, sé cuándo decir no y sé lo bien que sienta. He vivido en mis carnes lo genial que te quedas cuando has seguido tus ideales.
¿Qué he conseguido con esto?
Dejar de padecer bruxismo, que entró en mi vida cuando tenía 18 años. La edad en la que, simbólicamente, me convertí en adulta.
De hecho, todo mi cuerpo ha cambiado. De los 20 a los 30 se me han caído 13 quilos de culpas, victimismo y rabias contenidas. Los 13 quilos son literales. Antes pesaba 54, ahora estoy entre los 41 y los 42.
Sin dietas. Solo cambiando mi conciencia.
Por último, ha habido una transformación que he experimentado en los últimos meses donde Libérate del dolor ha estado muy implicado: mi movimiento.
Cuando una persona quiere acercarse a la muerte, como en mi caso, tiende a limitar su movimiento. Yo había trabajado este aspecto en mi formación y terapias varias, así que en una sesión podía adaptarme a otros roles.
Sin embargo, en mi día a día, no lo conseguía. Me pasaba horas sentada frente a la pantalla, de ahí pasaba al sofá y cerraba el círculo sin hacer deporte.
Gracias al diario de sensaciones y a los ejercicios corporales de Libérate, he reconocido el porqué de mi ciática.
Mi ciática me avisa de cuándo no me estoy moviendo; y, por lo tanto, cuándo no estoy presente, conectada con mi cuerpo.
Mi ciática me dice: “cuando te mueves, todo fluye mucho mejor. Mientras te muevas seguirás viva. Y eso siempre será una buena noticia.”
Comprender este mensaje me ha liberado de la tensión, aunque a veces todavía aparezca. Ahora he comprendido qué es lo que este dolor, en este momento de mi vida, quiere decirme.
Por eso, le agradezco su presencia. Porque gracias a ella, me muevo y busco cómo fluir. Sin ella, no estaría aprendiendo esta lección ahora.
Con 30 años, me he convertido en una persona diferente. He aprendido a confiar en la vida. He sentido que todo llega en el momento indicado, ni antes ni después. He comprendido que, todo mi pasado, incluso el más doloroso, me ha permitido llegar al lugar donde estoy.
Tengo la suerte de decir que no cambio ese lugar por nada del mundo. Este es el momento más emocionante de mi vida, con todo el dolor y placer que eso conlleva. Pero estoy siendo quien quiero ser y hago lo que quiero hacer.
Por eso, me despido feliz de mis 20, que tanto me han enseñado. Por encima de todo, me han preparado para decirle sí a la vida.
Ahora te toca reflexionar a ti. ¿Estás en el lugar donde te gustaría estar? ¿Cómo te hace sentir tu respuesta? Si no lo estás, ¿qué estás haciendo para conseguirlo? Cuéntamelo en los comentarios.
FOTO: Yo con 20, preparando un mate, en mi querida Argentina.
Guardar
19 comentarios en «Cómo pasé de la muerte a la vida»
Bonito camino, y esperanzador, una cosa, que mal hay en escribir en catalan? Al fin y al cabo es tu lengua materna. Besos
Pues supongo que llegaría a menos gente no? A mi por ejemplo
Maria, tal como le he comentado a Ana, tienes razón.
Opté por el castellano porque, así, podía llegar a más personas. Y, también, porque empecé a escribir con él de forma natural mucho antes de abrir La escritora.
Un abrazo!
¡Hola, Ana!
Gracias por tus palabras.
Hay dos motivos por los que decidí escribir en castellano.
El primero es porque, desde hace unos años, todo lo que escribía, me salía en esta lengua. No sé cuándo fue exactamente ni por qué. Pero sí sé que dejé de escribir en catalán y me pasé al castellano de forma natural. Por lo tanto, me limité a seguir la lengua que me dictaba el instinto.
El segundo motivo, como muy bien apunta María, es porque quería llegar a más personas. El catalán es una lengua muy bonita que seguiré hablando con mi familia y mis mascotas siempre. Sin embargo, con el castellano puedo comunicarme con muchos más millones de personas.
Un abrazo!
Gracias Nuria, sabes llegar muy bien con tus palabras, se puede sentir lo que escribes! Abrazo
Gracias, María, por tus bonitas palabras.
Me alegra mucho que te haya gustado 🙂
Un abrazo!
Hola Nuria, gracias por tu apertura.
Cumplo 30 el año que viene. No me pesa cumplirlos pero si sentir que no estoy donde quiero estar y que tampoco sé donde es y que cuanto más lo pienso o busco mas ansiosa y enojada me siento. Y le empiezo a dar vuelta a los mismos pensamientos. Identificándome con el de que “no voy a disfrutar” o “tengo miedo de perder el control y reaccionar de forma agresiva con quién me rodee”, “no tengo la capacidad de amar y todo lo que eso conlleva), no los rechazo, me asustan y angustian y ahi tengo que hacer un stop y pararme en la realidad. Es como si en éste momento mi cabeza fuera una antena que va enganchando distintas radios (pensamientos) que no me pertenecen pero que a veces cuándo mas me cuesta salir de ese circulo termino creyendo que me puedo identificar con ellos y con la personalidad ansiosa enojada o depre. Pero es algo mas interno, ni sé si me explico. El que me ve de afuera no se da cuenta de ésto. Y capaz que deliro con los pensamientos pero sé que mi comportamiento es normal y que en realidad soy super controlada ja. En fin.. Ahora aunque quiera quedarme quieta como contaste vos que te pasó, hago las cosas igual, con miedo y todo porque realmente siento que no quiero estar siempre en ese lugar de encierro. Me cuesta pero me cansé un poco de pensar que soy débil física y emocionalmente. De ponerme en ese papel de víctima,no? Creo que me queda un camino largo, la terapia me ayuda mucha. Y encontrar éstos espacios como el tuyo ni te cuento!! A veces somos tab ególatras de pensar que lo que nos pasa es solo de nosotros, es parte de la victimización pero nos lastimamos sin sentido pensándolo. Así que gracias por dejarnos leerte y por leernos! Beso grande Nuria (sin tilde) 🙂
¡Hola, Daniela!
Gracias por compartir tu experiencia y sentimientos.
Entiendo esa confusión a la que te llevan tus pensamientos. Sin embargo, quizá no te has dado cuenta, pero tú misma has dicho cuál es la solución ante tu cabeza dando vueltas de un lado para otro y tu victimización: pararte en la realidad.
Cuando eres capaz de observar la realidad tal como es, sin ponerle ningún juicio de valor, puedes apreciar que no es tan negra como tú la imaginas.
Para aprender esta lección, a mí me fue muy bien usar la técnica que explico en este artículo:
https://soycuerpo.com/el-trabajo-byron-katie-amar-lo-que-es/
Espero que te resulte tan útil como a mí.
Un fuerte abrazo y, de nuevo, gracias por compartirte.
Excelentes palabras a mi se me dificulta descubrir la rsiz de todo… Admito que me dan miedo ciertas cosas me cuesta abriemw a los demas me demuestro fuerte aunque avecea me sienta debil yo simore estoy para el que necesita ánimos pero cuando lo necesito mo estan para mi y qie me queda hacerme la fuerte… Le temo al rechazo siempre siendo perfecsionista para agradarle a los demas si veo q no le caigo bien a alguien me desanima me siento mal siempre trato de encajar en algo… A su vez si algo me lastimo me lo callo no lo expresó al igual qie tu persi a mi padre… Ademas de el e perdido a muchas personas importantes en mi vida… Tengo miedo a quedarme sola a que diga algo me rechacen no. Me quieran cerca admito que algunas veces quiero qie me presten atencion y cuando mo la obtengo me siento mal…
Salidos Nuria desde Daule-Ecuador besos… (perdón si hay alguna falta ortográfica esque escribo desde el cel y aqui estoy enseñada a escribir mocho jjjjjj besos.. )
¡Hola, Melissa!
Gracias por contar tu experiencia.
Lo cierto es que en tu mensaje aparecen varios temas a trabajar y entiendo que, si los tienes en cuenta todos, te cueste encontrar cuál es la raíz de tus dificultades. Para que puedas remediar esto, te recomiendo fijarte en uno solo de tus problemas, en el que más te duela. Por ejemplo, el temor al rechazo de los demás.
Así, puedes buscar soluciones para él e ir avanzando. Paso por paso. Verás cómo, de esta forma, te resulta más sencillo 😉
Un abrazo!
Hola Nuria ^^
¡Cuánto más te leo más me identifico con tus vivencias! Con lo del nombre, con lo de los apellidos (yo tiendo a quitar del medio el de mi madre), ¡y hasta con el alias para escribir! En los blogs que he llevado siempre he sido Luchida y cuando he chateado en Internet siempre me he presentado como Isa.
Sobre las preguntas de reflexión… Creo que estoy en el camino hacia donde quiero estar. Como le has dicho a Melissa, paso por paso. Roma no se construyó en dos días y las prisas no suelen ser buenas consejeras. Tiene gracia que acabe de escribir esto cuando voy por el camino tratando de llevar varias metas a la vez. Todas están relacionadas entre sí pero es verdad que voy con “tó pa’lante”, si no no sería yo xD
Hacer unas conclusiones con el cambio de década me parece una estupenda manera de empezar la nueva etapa. Iré preparando las mías que me tocan los 30 en enero. Yo también me formé unas componendas mentales que no se han cumplido. Si lo miro con objetividad… Estoy segura de que prefiero como estoy ahora que las componendas que me hice. Lo que tengo hoy es lo que he decidido y donde mi propia madurez me ha ido llevando. Me siento satisfecha de mi evolución hasta el momento. Así que creo que diría que aunque aún no estoy en el sitio ideal, estoy en el lugar del camino donde quiero estar 🙂
¡Hola, Isabel!
Gracias por compartir tus vivencias.
Muchas veces, lo que nos imaginamos y la forma que realmente toma algo acostumbra a ser muy diferente. Pero, como dices, la vida suele dar sorpresas y nos preparar algo mejor que lo que nosotras habíamos imaginado. En mi caso, yo también prefiero estar donde estoy que donde imaginé.
En tu caso, aunque no esté todo resuelto, es un gran paso sentirte satisfecha con tu evolución. No todo el mundo puede decir eso, así que puedes estar bien contenta 😉
Un abrazo!
Gracias Nuria por compartir! has evolucionado tremendamente, eso es muy bueno! Que inspires a los demás es grande también!
Creo que estoy en el lugar que quiero, pero quiero más, quiero mejoras, sé que se puede y voy por ello.
No siempre nos acordamos de agradecer por lo bueno y lo malo que pasamos, por algo es, no?
Me alegro saber que estuviste por mi tierra, Argentina, como yo estuve en la tuya (que maravilla! quedé enamorada para siempre)
Abrazo grande!! Vale
¡Hola, Vale!
Gracias por compartirte.
Claro, agradecer lo bueno y lo malo por lo que pasamos es fascinante. Cuando lo hacemos, podemos ver que todo nos ha influido y nos ha convertido en las personas que ahora somos. Y desde ese punto, podemos agradecer los peores eventos de nuestra vida.
Argentina es maravillosa. Yo también quedé enamorada. Me encantaría poder volver y recorrer toda la naturaleza que me quedó pendiente. Y repetir las Cataratas de Iguazú! ¡Son mágicas!
Un abrazo!
El victimismo, que mal compañero y cuantas personas lo usan erroneamente y no les ayuda para nada. Yo lo entiendo porque resulta fácil practicarlo cuando ves beneficios a corto plazo. Normalmente la gente te escucha y te da apoyo, pero no es ese el apoyo que necesitas para superarte. Explicar las penas resulta curioso para los demas, o para la gran mayoría. Nada más, te dan el golpecito en la espalda y con el tiempo se olvidan…
Yo huí de él nada más verlo en el entierro de mi madre, cuando era una adolescente. Opté por lo difícil, crecer y hacerme valer por mi, no por mis penas (que eran muchas…); y no caer o hundirme en el “pobrecita” que oía …
Aunque no quede bien, reconozco que no doy consuelo a los victimistas. Ayudo y apoyo a quien lo necesite, escucho, transmito buenos mensajes, levanto de la cama a quien quiera salir del agujero,y que yo vea esfuerzo… pero ya no me apiado de nadie.
¡Hola, Ester!
Gracias por explicar tu experiencia con el victimismo.
Qué bien que, siendo tan joven, no cayeras en el victimismo y supieras salir adelante a pesar de tus penas.
Sin embargo, lo cierto es que la tristeza y curar las heridas es necesario. Es decir, para poder salir del estado de víctima o del “yo sigo contra viento y marea” (que sería lo contrario), hay que pasar un tiempo en que la tristeza, la rabia o los miedos estén presentes en tu vida. Dar un lugar a las emociones difíciles no es ser víctima. Lo negativo es cuando te quedas enganchada en ellas durante mucho tiempo.
Un abrazo!
1- No estoy en el lugar que quiero.
2- Me hace sentirme ansiosa y deprimida.
3- Busco alternativas para ganar dinero y hacer una empresa, tengo el hábito de leer todos los días y canalizo mis emociones, tanto con los artículos que mandas o preguntas que me hago a mi misma.
Hola, Mariana
Gracias por tu respuesta.
En breve nos conoceremos, así que podremos hablar de estos temas en profundidad 😉
Un abrazo!
Hola Nuria : Soy Clara, de Argentina, me identifico en tus palabras, pero aun estoy un poco confundida. No estoy donde quiero estar, en parte, ya que tuve un niño hermoso y feliz que me costo mucho debido a la ansiedad. También tengo mi familia, y me estoy amigando con mi pasado (la niña que sufrió )Pero siento un sabor amargo en lo individual, como profesional, no se tampoco se si esta ahí encontrar el bienestar. Me gusta hacer muchas cosas y tengo muchos recursos, sin embargo no me animo a largar un proyecto así como el tuyo, que creo es mi deseo porque hace mucho tiempo (tiempo, que son años) que da vueltas en mi cabeza. Soy profe de yoga, de teatro , dibujo, pinto…sin embargo siento que siempre me falta. Es mas! este año pensaba realizar terapia bioenergética para incorporar mas recursos, ahí te conocí a ti….investigando. Entonces me he hecho experta en ver lo que falta y ser dura conmigo , tengo mucho miedo, sufro por adelantado, lo cual es peor que sufrir realmente por algo. Sufro físicamente estas sensaciones en el cuerpo y me desespera.
Gracias, un abrazo!
Clara.