El control emocional es necesario.
Sin embargo, quiero hacer un matiz importante: controlar tus sentimientos no es reprimirlos. O no debería serlo.
Como quizá sabes, es importante expresar tus emociones, puesto que ese es el primer paso para conseguir estabilidad emocional.
Sin embargo, hay momentos en los que necesitas dejar de llorar, o gritar o estar atemorizada. Quizá porque estás en el trabajo y has escapado al baño para liberar tu emoción; o quizá porque llevas un buen rato enganchada a un sentimiento y necesitas volver a tu centro; o porque en ese momento no tienes la intimidad necesaria para adentrarte en tus sensaciones.
En esas situaciones, hay que buscar una manera de pausar ese torrente emocional que te desborda. Y aquí está la clave del control emocional: en pausar y no reprimir.
Para controlar tus emociones, necesitas un lugar de seguridad.
Después de una sesión en la que una clienta ha estado expresando emociones profundas y difíciles, casi siempre le digo que se dedique unos minutos para mimarse. Ese acto de mimos puede ser darse un baño, salir a pasear, tomarse una infusión, escribir en el diario… Cada persona tiene su manera de hacerlo.
Esos actos de amor propio son lugares de seguridad.
Un lugar de seguridad es un recurso al que volver siempre que necesites calma o control emocional. Y ese control emocional es el que te permite volver a tu vida diaria.
Porque, en nuestra sociedad, es un poco extraño ir a trabajar o a comprar con las emociones desbordadas.
Por eso, hoy quiero enseñarte un lugar de seguridad en tu cuerpo.
El ejercicio del vídeo de hoy te servirá para esos momentos en los que conectas con un sentimiento muy profundo y, tras expresarlo, necesitas retomar el control de tus emociones.
Si te quedas enganchada a un sentimiento, prueba este ejercicio.
Y, si lo que necesitas es expresar emociones, prueba este otro ejercicio.